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Santiago, 7 de noviembre de 2025

La ingeniería chilena impulsa una nueva era de eficiencia y sostenibilidad en la desalación

Innovación, modelamiento avanzado y energía limpia están redefiniendo el diseño de plantas de desalación y reúso en Chile, consolidando a la ingeniería nacional como un pilar estratégico de la seguridad hídrica.

En la última década, la escasez de agua ha pasado de ser una preocupación ambiental a un desafío estructural para el desarrollo del país. La minería, la industria y las ciudades del norte de Chile dependen cada vez más de fuentes no convencionales —como la desalación y el reúso— para asegurar su operación. Este cambio ha impulsado una transformación profunda en el trabajo de la ingeniería nacional, que hoy diseña infraestructura hídrica más eficiente, resiliente y sostenible, adaptada a las condiciones únicas del territorio.

Según la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), hacia 2034 la minería reducirá en casi un 37% su consumo de agua continental y duplicará el uso de agua de mar, que abastecerá el 66% de la demanda hídrica del sector. Es una señal clara de cómo el país está transitando hacia un modelo sustentado en fuentes no convencionales. De acuerdo con el catastro elaborado por ACADES y la Corporación de Bienes de Capital (CBC), actualmente existen 51 proyectos de infraestructura hídrica en distintas etapas de desarrollo, que representan una inversión de USD 24.455 millones y una capacidad total de 39.043 litros por segundo. Estas iniciativas abastecerán a la minería, la industria, los sistemas sanitarios y la naciente industria del hidrógeno verde y data centers, reflejando una expansión sin precedentes.

La disminución de aguas continentales obligó a los sectores productivos, especialmente la minería, a tomar decisiones estructurales como reducir el uso de acuíferos y migrar al abastecimiento desde el mar. Esa necesidad generó una demanda inédita de soluciones, y la ingeniería chilena respondió con proyectos de gran complejidad tecnológica y logística”, explica Luis Rodríguez, jefe de proyectos y del Departamento de Procesos de la Gerencia de Ingeniería de Pares & Álvarez.

Desde la ubicación de las plantas hasta el diseño de los sistemas de impulsión y tratamiento, cada decisión busca optimizar costos, consumo energético y sostenibilidad ambiental. “La posición de la captación respecto de la planta y los puntos de entrega influye directamente en los costos de inversión y operación. En la costa chilena hay relieves complejos y espacios limitados, y coexistir con otras infraestructuras puede ser tan desafiante como el propio proceso de desalación”, agrega Rodríguez.

Herramientas como la metodología BIM y la planificación AWP están transformando la manera de diseñar estos proyectos, permitiendo anticipar interferencias, mejorar la constructibilidad y reducir riesgos. Para Rodríguez, el siguiente paso es acelerar la materialización de las iniciativas. “Hoy existen recursos, capacidades y proyectos listos para ejecutarse; lo que falta es destrabar su avance. La ingeniería chilena está plenamente preparada para hacerlo, integrando tecnología, colaboración y sostenibilidad”.

La incorporación de energías renovables en la operación de las plantas también está redefiniendo la industria. “Cuando reemplazamos el uso de acuíferos por agua de mar y además operamos con energía limpia, pasamos de una solución necesaria a una solución sostenible. Ya no es una ventaja competitiva, es una condición para seguir participando en los mercados del futuro”, afirma.

Actualmente, Chile cuenta con 32 plantas desaladoras y sistemas de impulsión de agua de mar de tamaño industrial, que suman más de 14 mil litros por segundo de capacidad instalada. Entre las más destacadas se encuentran Escondida (BHP), Nueva Atacama y Aguas CAP, la primera planta multipropósito del país que abastece operaciones mineras, consumo humano y riego agrícola. Este tipo de proyectos integrados —que combinan usos industriales y urbanos— marcan una nueva etapa en la gestión hídrica nacional, al aumentar la eficiencia y ampliar los beneficios sociales de la infraestructura.

Desde la perspectiva de ACADES, alcanzar la seguridad hídrica requiere invertir en infraestructura de gran escala para la extracción, transporte y reúso de agua, bajo un modelo público-privado que permita ampliar la cobertura y reducir costos. 

El desarrollo de la desalación y el reúso en Chile no solo responde a una urgencia ambiental, sino también a una oportunidad económica. La industria minera, la agricultura tecnificada y el hidrógeno verde dependen de la disponibilidad de agua para seguir creciendo. Detrás de cada planta o sistema de transporte, hay ingeniería chilena aplicada con visión de futuro: eficiencia energética, modelamiento digital, integración de renovables y sostenibilidad territorial.

La transición hídrica del país ya está en marcha. Y en ella, la ingeniería nacional cumple un rol decisivo como articuladora entre innovación y desarrollo. Estos temas serán parte central del Congreso ACADES 2026, que reunirá a autoridades, empresas y especialistas para debatir sobre el futuro del agua en Chile y el papel de la ingeniería en garantizarla en marzo próximo. 

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