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Santiago, 7 de noviembre de 2025
Del desierto al mar: La revolución hídrica en la minería cuprífera nacional
De aquí a 2034, dicho sector reducirá en casi un 40% su consumo de agua continental, escenario que será abordado en el próximo Congreso Acades 2026.

En el desierto más árido del planeta, la minería nacional está viviendo una revolución silenciosa: dejar atrás su dependencia del agua continental y mirar decididamente hacia el mar.
Según el último informe de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), la demanda total de agua del sector alcanzará los 22,1 metros cúbicos por segundo (m³/s) en 2034, pero con un cambio estructural en su origen. Mientras el consumo de agua dulce caerá un 36,7% respecto de 2023, el uso de agua de mar aumentará un 113%, llegando a 14,5 m³/s. En una década, dos tercios del recurso hídrico que mueve la principal industria exportadora del país, provendrá del océano.
La tendencia se explica tanto por la presión del cambio climático como por la propia evolución productiva del cobre. Las faenas han debido adaptarse a minerales de sulfuros, que requieren procesos más intensivos en agua, y a leyes cada vez más bajas que obligan a mover volúmenes mayores de material. Pero la diferencia respecto de décadas anteriores es que la minería ya no está mirando hacia las cuencas andinas, sino hacia el mar.
En Chile actualmente hay 32 plantas desaladoras y sistemas de impulsión de agua de mar en operación —con una capacidad instalada de 14.227 L/s—, de las cuales casi el 85% abastece a la minería. Según el catastro conjunto de la Corporación de Bienes de Capital (CBC) y la Asociación Chilena de Desalación y Reúso (Acades), a ello se suman 51 proyectos en distintas etapas de desarrollo, que en conjunto superan los US$24.455 millones de inversión y aportarán más de 39.043 L/s de nuevas fuentes no convencionales.
“Las empresas mineras están realizando una contribución significativa a la sostenibilidad hídrica del país, mediante una creciente inversión para el desarrollo de plantas desaladoras y de uso de agua de mar”, destaca la vicepresidenta ejecutiva (s) de Cochilco, Claudia Rodríguez.
Desde Acades, el gremio que agrupa a más de 85 empresas del sector hídrico, se valora que la minería haya tomado la delantera en esta transición. “Chile está avanzando con decisión hacia la seguridad hídrica, usando el agua de mar, reutilizando y reduciendo la presión sobre las fuentes continentales. Esta transformación demuestra que es posible crecer con responsabilidad, pero para consolidarla necesitamos fortalecer la inversión en infraestructura y simplificar la tramitación de proyectos”, advierte Alberto Kresse, presidente de la gremial.
Casos que marcan el rumbo
Uno de los casos emblemáticos de esta transformación está en Atacama, donde Aguas CAP opera desde hace más de una década la primera planta desaladora multipropósito del país. “Somos una planta de desalación multipropósito: abastecemos a la minería, la agricultura y también al consumo humano. Cuando llegamos a la región conseguimos bajar la presión hídrica continental que existía en la zona y con esto logramos que la región pueda tener mayor desarrollo, mayores inversiones y mejorar la continuidad de las operaciones esenciales dentro del territorio”, explica Bernardo Contreras, gerente de operaciones de Aguas CAP.
El ejecutivo agrega que la clave está en el diseño modular de las nuevas plantas: “Nuestra planta tiene una arquitectura modular donde podemos ir creciendo con el territorio. No es necesario partir de cero una planta, sino que a medida que el territorio va necesitando más agua, puede crecer con él. Además, estas plantas deben nacer con energía renovable, porque así tienen un menor impacto ambiental y mejoran los costos para los clientes”.
En la misma región, Aguas Nuevas, a través de su filial Nueva Atacama, opera la Planta Desaladora de Caldera, inaugurada en 2022 y considerada una de las más avanzadas del país. Sergio Fuentes, gerente de desalación y reúso del grupo, resume la experiencia: “Hoy día uno de los principales temas es el marco regulatorio. Si tú quieres desarrollar un proyecto de este tipo, te vas a demorar del orden de 10 años. Tenemos que crear las condiciones para que esta tecnología pueda ser más masiva, porque hoy ha estado principalmente en el sector minero. Podemos seguir aumentando su cobertura a localidades y ciudades que hoy están con déficit hídrico”.
La compañía también está explorando nuevas formas de aprovechar los recursos disponibles. “Estamos viendo la posibilidad de utilizar el agua servida tratada que generamos en las distintas plantas que operamos en Chile y darle un segundo uso, a través del uso industrial. Tenemos que generar nuevas fuentes de agua y en eso estamos enfocados”, afirma Fuentes.
Un poco más al sur, en la Región de Coquimbo, Antofagasta Minerals también está marcando un antes y un después en el uso de agua de mar en la gran minería. Con una inversión superior a US$6.000 millones, el Proyecto Los Pelambres Futuro consolida la transición hídrica de la compañía hacia fuentes no continentales. Su primera etapa —el Proyecto de Infraestructura Complementaria (INCO)— permitió poner en marcha en 2024 la primera planta desaladora minera de la zona central, incorporando 400 litros por segundo de agua desalada a su operación. Actualmente, el Proyecto de Adaptación Operacional (PAO) duplicará esa capacidad a 800 L/s, permitiendo que Los Pelambres opere con más del 90% de agua recirculada y desalada. Todo bajo un modelo sustentable que ya funciona con energía 100% renovable y que combina productividad, innovación y protección ambiental.
El uso de agua de mar en la gran minería trae consigo desafíos. “La gran minería en Chile ha apostado por una gestión responsable del agua; incorporando la reutilización y reciclaje de este recurso, como el uso de agua de mar desalada y sin desalar en sus procesos. No obstante, para continuar avanzando en estas materias, debemos tener en consideración otros desafíos, como lo son los costos de la energía eléctrica necesaria para incrementar el uso de agua de mar en el sector, y sus impactos en la competitividad de la minería chilena”, dice Joaquín Villarino, presidente ejecutivo del Consejo Minero.
Pese a ello, la dirección es clara: la minería en Chile está mostrando que se puede crecer reduciendo la presión sobre las fuentes continentales. Cada litro de agua desalada o reutilizada libera presión sobre las cuencas, mejora la resiliencia de las regiones y fortalece la seguridad hídrica nacional.
El camino iniciado por la minería del cobre —basado en desalación, reúso e innovación— ya está sentando las bases de un nuevo paradigma para el país. Sin embargo, su éxito dependerá de que otras industrias y el Estado adopten la misma lógica: planificar a largo plazo, invertir en infraestructura resiliente y modernizar la institucionalidad, considera Acades,
Esa será justamente una de las grandes discusiones del Congreso Acades 2026, que reunirá en marzo del próximo año a líderes nacionales e internacionales para debatir sobre desalación, reúso, regulación, innovación y otros temas relacionados con la industria. Porque la crisis hídrica ya no es un problema de futuro, sino un desafío del presente que Chile debe enfrentar con decisión, colaboración y visión de largo plazo, recalcan desde Asociación Chilena de Desalación y Reúso.
